¿Cómo no intimidarse, cuando ves en el reloj que dan las veinte horas y la temperatura ronda los 49° Celsius, y te aprestas en absoluta soledad a instalar tú equipo de fotografía, conociendo los riesgos de la naturaleza, que aunque desértica, está igual de viva que en un trópico?
Asociamos al desierto con austeridad, cuando este vive y se transforma a diario intensamente.
Advertir que en el desierto se forman tormentas y llueve, se encuentra en todos los manuales de supervivencia, que la temperatura puede dar un brusco descenso o que las serpientes prefieren la noche para cazar a sus presas, no son consejos de Bear Grylls, esas posibilidades han estado siempre, pero que con el debido respeto por la naturaleza, ésta nos recompensa generalmente con atardeceres inigualables, y noches estrelladas de ensueño.